Aceptación Para Vivir Mejor

Eso es. Esa fue la frase que Tito Livio dejó escapar de su boca un caluroso día del año 219 a.C. mientras Aníbal Barca, general cartaginés y a la sazón enemigo intimo de Roma, sitiaba la ciudad de Sagunto, en Valencia. Precisamente, mientras esto sucedía en la península ibérica, en la itálica no se hacia otra cosa mas que hablar. Y es que la frase lo dice todo: mientras en Roma se debate, Sagunto es asaltada.

El Senado Romano

El Senado Romano

Este episodio histórico me inspira en esta fría y lluviosa noche del seis de noviembre de 2018. Te preguntarás por qué. Y estás en tu derecho. ¿Qué tiene que ver Sagunto, o Roma, o ¿Tito Quién? (¡Livio!) con tus reflexiones? Me explico.

Mi reflexión de hoy trata sobre las diferentes reacciones que cada uno de nosotros tenemos ante los problemas o contratiempos que la vida, en general y sin excepción alguna, nos presenta a todos y cada uno de nosotros, y mas concretamente, en como reaccionamos en consecuencia a dichos problemas o contratiempos.

Aceptación y Resignación

Hoy quiero hablaros de dos sustantivos “parientes” entre sí pero de consecuencias muy distintas. La aceptación y la resignación. La diferencia entre la resignación y la aceptación radica en que en la resignación la persona acepta una situación dada concreta sin mas, mientras que en la aceptación, la persona acepta dicha situación pasando a la acción en consecuencia a dicha situación, bien de un modo o bien de otro.

¿Eres de los que se resigna o, por el contrario, de los que acepta? Aunque los dos son penínsulas, recuerda que no es lo mismo lo que ocurre en la ibérica que lo que sucede en la itálica.

Si aun estas intentando entender que intento decirte, la analogía que pretendo hacer es sencilla. Y es que tu “Sagunto” pueden ser diferentes cosas, bien sea tu bienestar mental o espiritual, tu vida laboral, tu vida sentimental, o sencillamente una simple lucha interna que puedas tener contigo mismo y que no te permita ver un poco mas allá porque te tenga encapsulado. Esto es, que estés sumido en un bucle.

Hace unos días me senté a tomar un café con una persona especial en mi vida. Es un gran amigo mío. Me decía “es que yo no valgo para este trabajo”. “Todos valen mas que yo”, “ojalá pudiera estar en la situación en la cual deseo estar”. Sin duda, mi amigo estaba sufriendo un avance cartaginés tremendo en su península ibérica. ¡Sagunto está apunto de ser tomada! (pensaba yo). ¿Por qué? porque mi amigo no para de debatir en su península itálica. Se ha resignado. Y dice todas estas cosas porque no actúa. Es decir, no acepta la situación y en consecuencia no toma la determinación concreta de intentar atajar esos pensamientos y ponerles un remedio que permita acabar con el avance cartaginés.

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Seguramente, en mas de una ocasión, cuando te has de enfrentar a un problema o un contratiempo, te sientas en el sofá y sencillamente aceptas (perdón, te resignas) que dicho problema o contratiempo es básicamente “algo que pasa en la vida y ante el cual nada puede hacerse”, mientras en el fondo de tu alma (y quizá no tan en el fondo) piensas ¡joder, menuda mierda

Tito Livio (Viajo Reflexionando)

Busto de Tito Livio

Es muy posible, y ahí debo darte la razón, que en determinadas circunstancias percibas que un problema, en efecto, sea demasiado grande para ti. Sin embargo, esto no es excusa para no activar el mecanismo mental que ayude a deshacer en varias piezas una estructura dada (el problema) y que te permita reconstruir dicha estructura desde cero y de manera productiva para ti.

Es decir, el modo en que sentimos el efecto emocional que un problema tiene en nuestra mente es directamente proporcional a lo acostumbrados que tengamos nuestro cerebro a aceptar o a resignarse.

Si eres una persona que se resiga mas que una persona que acepta, los problemas te superaran con una frecuencia demasiado alta. En cambio, si aceptas mas que te resignas, la dimensión de un problema dado será menor en tu percepción mental, puesto que el mero acto de actuar le esta comunicando a tu cerebro que tu (y solamente tu) estas tomando las riendas del problema.

Con esto no quiero decir que los problemas dejen de serlo dependiendo de si te resignas o de si aceptas. En absoluto. Lo que si afirmo es que el resultado emocional, mejor dicho, el impacto emocional de dicho problema tendrá un efecto muy diferente en tu interior dependiendo de tu reacción mental, incluso física. Y es precisamente este efecto el que determina tu capacidad de éxito (o la falta del mismo) ante los problemas en la vida.

Es posible que en numerosas ocasiones el problema en si no tenga solución externa, pero es fundamental que te des cuenta de que en no menos ocasiones, es en el interior donde el problema ha de tener solución, y no fuera.

Ningún problema tiene control sobre tu capacidad de procesar acontecimientos. ¡¡Ninguno!! Por el contrario, tu capacidad de procesarlos sí que tiene el control sobre los problemas externos. Es toda una ventaja a tu disposición que la mayoría de las veces, sino todas, no usamos ya que ni siquiera sabemos que tenemos semejante herramienta en el baúl.

Volviendo al ejemplo de mi amigo, no se trata de si en verdad está o no valorado en su trabajo o de si no está en el lugar en el que le gustaría realmente estar. El sentarse en el sofá (o en un parque, o en una cafetería) a lamentarse y a lamerse las propias heridas que los efectos de esas (sus) “realidades” han generado en su mente, y ver pasar las legiones cartaginesas mientras prenden fuego a su Sagunto no es mas que el resultado de la resignación. Es decir, no es más que el resultado de debatir (ergo, de no actuar) en su península itálica mientras es consciente de lo que ocurre en la ibérica.

En este sentido, estoy de acuerdo con La RAE (diccionario que he usado en anteriores artículos https://viajoreflexionando.com/homogeneizacion-corrupta/) en tanto en cuanto ésta define el verbo “aceptar” como la “acción de recibir […] sin oposición”. Y es ahí donde se encuentra la clave de mi reflexión de hoy. Ahora me dirás que “sin oposición” significa sin actuación. No. Incorrecto. No ofrecer oposición ante un acontecimiento grave es precisamente el ejercicio más puro del acto de la aceptación. Y el mas sabio y maduro. Y permite ahorrarte ingentes cantidades de sufrimiento innecesario. Un sufrimiento que, por cierto, incrementa en tu interior el tamaño del problema.

Cuando entrenas tu mente en la aceptación general de los acontecimientos vitales (incluyendo tus propios engaños mentales), la dimensión de un problema dado será menor en la percepción mental. Para hallar la perfección en este entrenamiento, es fundamental admitir dicho problema como si fuese un invitado en vez de un intruso con el que hay que aprender a lidiar, pues el mero hecho de decirse a uno mismo que lo que ocurre es simplemente “parte de la vida” mientras se fuerza una sonrisa, es del todo insuficiente.

Alguien dijo una vez que “en esta vida de mierda hay que aprender a tirar algunas cosas a la basura”. Una de las cosas que hay que aprender a eliminar, es exactamente eso, la falta de actuación ante un problema. Esto es, la resignación. Esta muy bien, y estoy seguro que hasta está clínicamente probado, que es sano quedarse paralizado ante un problema o contratiempo inesperado, pero al igual que con el antibiótico, no por mas tomarlo mas inmune te vuelves a la infección. De hecho, cuanto mas lo tomes, menos inmune serás y por tanto, mas vulnerable a sus efectos nocivos.

«Es fundamental admitir dicho problema como si fuese un invitado en vez de un intruso con el que hay que aprender a lidiar»

Históricamente, Roma siguió debatiendo y Sagunto fue, en efecto, tomada. Pero Roma, imperio de imperios, no duro cuatro mil años porque no aprendiera de sus errores. Al revés, aprendió tanto que diecisiete años mas tarde, en el 202 a.C., el ejercito de Aníbal fue destruido en la ciudad de Zama. Es mas, fue tan bien aprendida la lección, que los romanos literalmente arrasaron dicha ciudad y vertieron sobre sus escombros toneladas de sal para evitar que nada volviera a crecer sobre ella jamás.

Anibal Barca (Viajo Reflexionando)

Busto de Anibal Barca

Yo no te estoy invitando a que aniquiles los problemas echándoles sal encima. Me basta con que te limites a aceptar que ese problema no es parte de tu vida, sino que es tu vida, y que en tu vida mandas tu, y no el problema.

Yo padezco de piedras en el riñón. El izquierdo. De hecho, mi medico me dijo que “tu riñón izquierdo es una maquina de crear cálculos renales”. Dicen que un cólico nefrítico es de los mayores dolores que existen. Doy fe. Quiero que tú, lector, me creas al decirte de todo corazón que cuando tengo un episodio de cólicos (de unas 48 horas de dolores muy intensos), soy mas feliz, más completo y mas humano. Porque acepto que la «piedra» y la dolencia son mías, y consigo un nivel de conexión conmigo mismo que difícilmente encuentro cuando no sufro cólicos.

Recuerda que la aceptación es el mejor medicamento contra los problemas de la vida. Además, como dice Mario Alonso Puig, “la realidad es mucho mas benévola de lo que percibimos en nuestras mentes (a priori)”. Si a eso le añades una actitud de aceptación, no solo vivirás mas, sino que además vivirás mejor.

Pablo Ferrari.

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